El libro
Os presentamos una gozada de libro que está dedicado enteramente a mejorar el feedback que sucede en nuestras aulas. Lo escribe Susan M. Brookhart, que ha dedicado gran parte de su vida académica a estudiar cómo el buen feedback mejora el aprendizaje (podéis pinchar aquí para obtener un breve vistazo de su trabajo). Cada comentario de un libro es una invitación a comprarlo y leerlo. Pero sin duda este libro está entre los tres que más recomendaría a cualquier persona dedicada a la educación. Hemos dividido el libro en cinco entradas. La primera es introductoria (ésta que estás leyendo) y las otras cuatro las tienes aquí:
1. Feedback efectivo: estrategias y contenido
2. Feedback por escrito o hablado
3. Feedback y su relación con el aprendizaje
4. Planificación del feedback y conclusión
1. Feedback efectivo: estrategias y contenido
2. Feedback por escrito o hablado
3. Feedback y su relación con el aprendizaje
4. Planificación del feedback y conclusión
¿Qué es el feedback?
Para la autora, el feedback dice al estudiante: Alguien se preocupó lo suficiente por mi trabajo como para leerlo y pensar sobre él. La mayoría de los docentes queremos ser ese alguien. El feedback consiste en emparejar descripciones específicas y sugerencias con el trabajo particular de un alumno. Es información en tiempo real, que se aporta idealmente cuando puede ayudar más. Para el propósito de las entradas dedicadas a este blog, este feedback se realiza sobre el trabajo de un alumno y no sobre su comportamiento. Si queréis leer algo sobre feedback y comportamiento, hemos hablado de Bill Rogers aquí.
Siguiendo esta línea de definición, el feedback es una parte esencial de la evaluación formativa, como ya nos decía Dylan Wiliam. El poder de la evaluación formativa es que afecta a factores cognitivos pero también motivacionales a la vez. El buen feedback aporta información que un alumno precisa para entender dónde en qué momento está de su aprendizaje y qué necesita hacer después para avanzar (el factor cognitivo). Pero cuando entiende lo que necesita hacer y la razón de por qué necesita hacerlo desarrolla un sentimiento de tener el control de su propio aprendizaje (el factor motivacional). Precisamente porque los sentimientos de autoestima y control están en el meollo del asunto, el feedback bienintencionado pero erróneo puede ser destructivo ("Lo sabía, sabía que no podría hacerlo").
Por otra parte, el feedback es parte de un proceso de aprendizaje en el que tanto el docente como el alumno aprenden. Una de las referencias habituales en las entradas dedicadas a este libro será el artículo de Hattie y Timperley de 2007, que podéis leer pinchando aquí. Como es parte del proceso, no consiste en comentarios sobre el trabajo final, porque ahí no hay proceso: el trabajo se guarda o se tira y nunca más se vuelve a mirar. El feedback formativo implica dar comentarios (o preparar momentos de autoevaluación y coevaluación) que puedan ser utilizados en una revisión del trabajo, y que por tanto formen parte de un proceso de mejora.
El feedback y la calificación
Ya hemos hablado de la diferencia entre evaluar y calificar en este blog, concretamente aquí. La autora cita el estudio de Page en 1958 que describió la mejora del rendimiento de los alumnos que recibían comentarios en vez de notas. Este estudió se ha reproducido muchas veces, con diferentes resultados (Steart y White, 1976), hasta que la investigación reciente ha podido definir bien el problema: el feedback puede ser descriptivo o calificativo. Butler y Nisan en 1986 (resumen del artículo aquí) puntualizan que lo importante es el significado funcional del comentario: si el alumno o alumna experimenta el feedback como información o como enjuiciamiento. En este artículo, los estudiantes que recibieron comentarios descriptivos de su trabajo mejoraron su rendimiento y motivación. Los alumnos que recibieron calificaciones numéricas lo hicieron bien en la tarea evaluativa final pero no en las tareas de pensamiento divergente, y estaban menos motivados. Los estudiantes que no recibieron feedback alguno lo hicieron peor en ambas tareas y eran los menos motivados.
El experimento anterior ya nos muestra algunas características del buen feedback: tiene que ser descriptivo; también sobre la tarea en cuestión; que afecte a la motivación y al desempeño; y que promueva el interés por el hecho de aprender en sí mismo y la autorregulación del aprendizaje.
¿Cómo llevarlo a cabo?
Como ya hemos visto, el feedback es parte de un ambiente de clase en el que los alumnos y alumnas entienden la crítica constructiva como algo bueno y comprenden que el aprendizaje no puede ocurrir sin práctica. Esta cultura de clase valora encontrar y utilizar sugerencias de mejora, planificando y ejecutando los pasos necesarios para esa mejora.
La mayor dificultad para llevarlo a cabo es que cualquier mensaje que nosotros lanzamos al alumno es filtrado por su percepción, influenciada por su conocimiento previo, sus experiencias, su motivación... En el fondo, necesita dar significado a lo que nosotros le decimos. Por tanto, la capacidad de autorregulación de los propios procesos de pensamiento del alumno es muy importante, porque hay un feedback interno que puede apoyar al nuestro o echarlo por tierra. En un artículo muy interesante (que podéis leer completo aquí), Butler y Winne demostraron que tanto el feedback externo como el interno afectan al conocimiento y creencias de nuestros alumnos. La implicación de esto es clave: no podemos obligar a nuestros alumnos a que se concentren. Podemos darles un feedback que, conjuntamente con su propio feedback interno, les ayudará a elegir qué van a hacer a partir de ahora para mejorar (o para no hacerlo).
Tipos de feedback
Los ya citados Hattie y Timperley establecen cuatro categorías de feedback que ya hemos utilizado en otras ocasiones:
- El feedback sobre la tarea (si es correcto o incorrecto, por ejemplo)
- Sobre el proceso de realización de la tarea (estrategias para llevarla a cabo)
- Sobre la autorregulación (la propia valoración del alumno sobre la tarea)
- Sobre el alumno como persona (frases como "eres listo/tonto").
Insistimos una vez más que las investigaciones (tanto las ya citadas como la de Valerie Shute en 2008) demuestran que el feedback más efectivo es el de los tipos 1 y 2, que se centran en la tarea y no en la persona.
Por eso a partir de ahora nos vamos a centrar en describir las estrategias de feedback en función de otros aspectos como por ejemplo:
- El tiempo: el momento (inmediatamente o después, la frecuencia, etc.)
- La cantidad: priorizando en función del grado de desarrollo de la persona y de la complejidad
- El modo: oral o escrito, utilizando demostraciones visuales...
- La audiencia: para toda la clase, en grupos, parejas o individual.
A todo esto, a hablar detenidamente de cómo dar un buen feedback, dedicaremos las próximas entradas del blog acompañados por Susan Brookhart. Os esperamos
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