Classroom Behaviour: ¿Control?
Nuestra forma de explicarlo
Cuando las situaciones estresantes nos afectan, no es sólo el suceso estresante lo que causa de manera directa cómo nos sentimos, y cómo lo manejamos. Nuestra "forma de explicarlo", nuestras creencias y las explicaciones que nos damos a nosotros mismos sobre el comportamiento - lo que los estudiantes deberían y no deberían hacer - también contribuyen significativamente a cómo de bien manejamos las situaciones estresantes.
Algunas veces lo que acude a nuestra mente es: "Los chicos y chicas no deberían ser bruscos, deberían respetar a sus profesores. Me merezco respeto". El problema, para el autor, figura en el deberían, o me merezco. Hay un imperativo ahí, una demanda de que la realidad sea como nos gustaría, sin pasos intermedios. Debería ser así y no lo es, punto y final. Este tipo de pensamiento contribuye fuertemente al nivel de estrés de los docentes y disminuye su capacidad de manejar estas situaciones.
La idea para Bill Rogers es sustituir "No soporto cuando..." por algo parecido a: "Es decepcionante, frustrante cuando pasa esto, pero puedo gestionarlo si hago X, Y o Z".
Evidentemente sigue generando estrés, pero abre la puerta a una solución a largo plazo. El comportamiento de nuestros estudiantes no es estático, cambia en función de la hora, la asignatura y el profesor. ¿Qué podemos hacer?
Otro ejemplo: "Los chicos y chicas no deberían decir palabrotas en clase" no es lo mismo que tener un estándar sobre lenguaje respetuoso. Tener un enfoque más realista y apropiadamente flexible sobre el lenguaje inapropiado podría traducirse como: "No me gusta que se utilicen palabrotas, sin embargo no dejaré que me altere, y al mismo tiempo lo afrontaré siempre de acuerdo a la situación y circunstancia". Es importante no negar el sentimiento. Hay formas más efectivas de enfadarse que gritar o chillar, pero sí que nos enfadamos, no podemos negarlo. No somos un fallo por eso. Siempre podemos trabajar en formas más efectivas de expresar nuestro enfado.
¿Quién controla qué?
El autor narra su experiencia en una clase de 9 años cuando trataba de hacer entender a sus alumnos que era trabajo de ellos mismos controlar su comportamiento. Aparentemente estaban acostumbrados a la idea de que el trabajo del profesor era precisamente ese.
La mayoría de las veces, si los alumnos quieren que sus profesores controlen su comportamiento es precisamente para ponerlos a prueba y convertir en un desafío el ejercer ese control. Todos esperan que los docentes seamos capaces de guiar, gestionar y dirigir el día a día de 25-30 personalidades complejas. Esa "demanda" es válida, pero es nuestra tarea guiarles hacia algo más que una idea simple y externa del control. Debemos construir una idea apropiada de auto-control y control compartido como grupo.
Cuenta Bill Rogers que cuando finalmente consiguió que esa clase elevara su pensamiento sobre el control, pudieron elaborar un cartel que decía: Como alumnos, nos controlamos a nosotros mismos. Tú, el profesor, guías, gestionas y nos ayudas en esta tarea. Te damos el derecho y la responsabilidad a hacerlo así.
Para ello:
- hay que generar una comprensión compartida de los derechos y responsabilidades, quizás mediante un acuerdo colaborativo de clase (lo veremos en la siguiente entrada)
- los docentes trataremos de esforzarnos en enseñar con algo de entusiasmo, habilidad y deseos de abarcar un amplio rango de capacidades y por tanto un rango amplio de aproximaciones pedagógicas
- los docentes también nos esforzamos en comunicar respeto y cuidado, especialmente en temas relacionados con la disciplina
Las primeras tomas de contacto con la clase
En los primeros encuentros con el grupo se generan las primeras impresiones, y en la experiencia del autor son esenciales. Ellas determinarán cómo el grupo define el tipo de profe y los límites que buscará (o no).
En estos primeros encuentros es importante sonreir de manera confiada y relajada mientras nos comunicamos. Una pose seria y autoritaria en el primer día muchas veces es indicativo de falta de confianza en nuestra propia autoridad y status. Por supuesto, debemos ser firmes y claros en nuestro liderazgo sobre el aprendizaje y el comportamiento de la clase, no somos sus "colegas". Pero en esta primera fase de "establecimiento" de las relaciones, buscamos crear una relación estable y que nos permite crecer y trabajar a nivel grupal e individual. Aprender y usar rápidamente los nombres de cada uno (no los motes o los apellidos, como si fuera una organización mafiosa), o recordar aspectos importantes de su personalidad son todos indicadores para los estudiantes de que el profesor o profesora trata de crear y sostener relaciones positivas con ellos.
El respeto, para el autor, significa respetar la dignidad esencial de cada individuo. Está basado en la igualdad y en que cuando manejamos la disciplina nunca rechazamos al individuo, equilibrando la firmeza con la amabilidad.
Algunas preguntas para cerrar
- Cuando piensas en las dinámicas de tus clases, ¿cómo piensas que es tu concepto de "control"?
- ¿Cuáles son las situaciones más estresantes que recuerdas? Ahora que las recuerdas, ¿qué puedes hacer para mejorar su gestión si se repiten en el futuro?
- ¿Cómo de consciente eres de tus comportamientos primarios o secundarios como profesor?
- ¿Qué habilidades o prácticas te ayudarían a gestionar los comportamientos secundarios de tus estudiantes más eficazmente?
Nos vemos en la siguiente entrada, en la que exploraremos más a fondo esta fase de establecimiento en las primeras semanas de curso, sin duda importante en la gestión de nuestras aulas.
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