Pensamiento crítico en la era de la posverdad
A medida que el mundo se inunda de fake news, propaganda y teorías de la conspiración, miramos a nuestro alrededor buscando una solución. Una idea común es que necesitamos mejorar nuestras habilidades de pensamiento crítico. En particular, se sugiere, necesitamos enfocarnos en entrenar el pensamiento crítico en las escuelas. Es un sentido, esto es obviamente cierto. Necesitamos fortalecer nuestras defensas contra la desinformación de varias formas y eso requiere afilar nuestra capacidad de evaluar críticamente. Sin embargo, es crucial que tengamos una visión clara de lo que es el pensamiento crítico y qué capacidades cognitivas implica. Si no, la llamada a favor del pensamiento crítico corre el peligro de convertirse en otra arma más contra la realidad.
El objetivo del pensamiento crítico es el conocimiento, en concreto un conocimiento que requiere justificación. Una función central del pensamiento crítico es examinar si mis ideas tienen suficiente base para ajustarlas de acuerdo a nuevos hechos. El pensamiento crítico también tiene como objetivo el rigor, que requiere examinar la base de las ideas, y esto implica no incluir al pensamiento reflexivo utilizado cuando el objetivo no es el rigor, como la protección de mi autoconcepto. Por eso el pensamiento crítico implica enseñar algo de lógica básica, para entrenar a nuestros alumnos y alumnas a reconocer inferencias válidas y evitar algunas falacias aparentemente lógicas.
El conocimiento tiene que ver, finalmente, con descripciones y conceptos porque tiene que ver con las ideas. No puedo saber que los elefantes tiene trompa a menos que tenga los conceptos “elefante” y “trompa”. Los hechos no dependen de que yo (o nadie) los conozca. Los elefantes tendrían trompa aunque nadie tuviera esa idea. Por supuesto, utilizamos conceptos para categorizar el mundo, y otras categorizaciones serían posibles. Podríamos categorizar juntos a los elefantes con las jirafas, sobre la base de que ambos tienen una parte del cuerpo muy larga. En ese caso, “todos los elefantes tienen trompa” no sería correcto, porque las jirafas no tienen. Pero esto no cambiaría el hecho: los elefantes tienen trompa. Dicho simplemente, aunque los conceptos de nuestras afirmaciones e ideas dependan de los conceptos que usamos, la verdad de nuestras afirmaciones es independiente de que lo pensemos sobre ello.
Esto no significa ignorar que existen hechos sociales, que presuponen la existencia de ciertas instituciones humanas que pueden variar. Sin embargo, no todos los hechos son sociales. Incluso aunque no fuera así, las afirmaciones sobre los hechos sociales son ciertas o falsas independientemente de lo que la gente piense sobre ellas. Es cierto que Suecia es una democracia, y que mi coche está asegurado, incluso aunque pensara de otra forma. La existencia de hechos sociales, por eso, no implica que la verdad es una cuestión de perspectiva.
Entonces, la pregunta es cómo podemos evaluar los argumentos si no existe esta verdad. Para adquirir conocimiento necesitamos la argumentación y el debate. De hecho, la investigación muestra que la mejor forma de superar los sesgos cognitivos (ver aquí entrada sobre sesgos) y de descubrir falacias es en el debate con otros que no comparten completamente nuestro punto de vista (Mercier & Sperber, 2017).
Y si no existen hechos independientes de nuestro punto de vista, si todos los hechos son construcciones, entonces no hay nada que discutir cuando los puntos de vista no son semejantes. Cuando Trump habla de inmigrantes o cambio climático está bien señalar que lo hace por unos intereses concretos; pero es de importancia capital señalar que por encima de todo lo que dice es (parcial o totalmente) falso.
Es precisamente porque existe eso que llamamos conocimiento objetivo y verdad por lo que necesitamos humildad. No está muy claro qué significa hablar de una verdad objetiva, pero al menos necesitamos esto: si una afirmación es cierta o falsa no está determinado por el hecho de que yo (ni nadie) piense que es cierta, sino por cómo es el mundo. La frase “las emisiones de CO2 contribuyen al cambio climático” es cierta independientemente de cuánta gente crea en ella. Lo era hace 50 años y lo sigue siendo.
Nunca podremos estar completamente seguros de estar en lo cierto, pero daremos lo mejor de nosotros mismos para eliminar los sesgos y falacias y las afirmaciones sin base, buscando la evidencia, para que al menos podemos estar razonablemente confiados en que nuestras ideas son racionales y están basadas en las mejores pruebas. Esto nos lleva al punto esencial del pensamiento crítico: "Puedo estar equivocado".
Por eso mismo, el pensamiento crítico no se puede enseñar independientemente del conocimiento. Aunque el pensamiento crítico pueda ser descrito en términos generales, como hemos hecho hasta ahora, no se puede practicar sin aplicarlo a unas ideas o conocimientos concretos. Puedo ser muy bueno resolviendo problemas matemáticos, pero malísimo justificando el mecanismo evolutivo de una especie.
Conclusiones
En la época de la posverdad, la frase “siempre puedes mirarlo en internet” suena como una idea infantil de la primera fase en las que pensábamos que internet democratizaría el conocimiento. Ahora sabemos que “buscarlo en internet” no es como buscar en una enciclopedia, porque la responsabilidad de elegir bien la fuente y juzgar su fiabilidad depende casi exclusivamente del individuo. Aún más, nuestra capacidad de evaluar la fiabilidad y plausibilidad de una información depende de nuestros conocimientos previos. Esto significa que “buscar cosas en internet” requiere saber bastante de esas cosas. Alguien que ignora su ignorancia, o tienes una ideas equivocadas, está en peligro de confundir su ignorancia con la mala intención de otros. Aquí las escuelas tenemos una misión esencial: transmitir un conocimiento nuclear que permita a todos los alumnos ser buscadores informados de información.