El conocimiento
De nuevo retomamos uno de los asuntos que más nos gusta pensar y profundizar en el blog: la importancia del conocimiento. Entre muchos otros, por ejemplo Kofi Anan dijo: "El conocimiento es poder. La información es liberadora".
Utilizando el propio ejemplo del libro, el conocimiento equivale a los ingredientes de un restaurante. Imaginemos un restaurante que está en un local precioso, con una decoración excelente. Los camareros son amables y atentos. La música acompaña la iluminación y nos sentamos a disfrutar de una excelente cena de un cocinero excelente. Pero el restaurante no piensa que los ingredientes sean importantes, así que compra verduras y frutas pasadas, carnes y pescados de muy poca calidad y nada frescos. ¿Qué pasaría? ¿Disfrutaríamos de verdad de esa cena?
Aunque nuestras clases sean fantásticamente adornadas y llenas de colorido, el conocimiento que los alumnos aprenden es la esencia y el motivo por el que nos reunimos y encontramos en el aula. Como hemos defendido en otras entradas, sin el conocimiento es imposible la creatividad, la resolución de problemas y otros procesos cognitivos de orden superior.
Este ejemplo del restaurante es una manera de enfocar cómo vemos el conocimiento específico de cada materia. Para la autora, es justo decir que muchos factores han desviado el foco del desarrollo del conocimiento específico de los docentes, Un énfasis excesivo en los aspectos genéricos, como la calificación y el feedback, por ejemplo, asumiendo a veces que los docentes tienen un extenso conocimiento específico. Es llamativo este problema en la etapa primaria, donde hay compañeros que, por estar habilitados en inglés, imparten asignaturas como Natural Science sin haber recibido una formación específica para ello.
Aparte de ello, Mary Myatt también piensa que hay un contorsionismo ideológico que trata de encajar habilidades genéricas en las diversas áreas. Es un error pensar que progresar significa lo mismo en todas ellas. Muchos en nuestro ámbito han sido seducidos por técnicas efímeras pero vistosas que no tienen sustancia, un enfoque erróneo en solamente si los alumnos están enganchados a la actividad. Lo que sigue a esta manera de hacer es que muchos conocimientos se han sustituido para producir momentos "wow" y actividades superficiales que valoran la sorpresa por encima de la sustancia, la forma sobre el contenido y el consumismo de experiencias sobre el aprendizaje profundo.
En el otro extremos están aquellos que reducen el conocimiento específico a una visión instrumentalista solo para hacer exámenes y obtener calificaciones en test estandarizados. Esto es igualmente negativa, porque aprender debe ser una fuente de felicidad que se justifica a sí misma.
Concluyendo estas ideas: es fundamental que desarrollar el conocimiento específico de cada materia ascienda en el orden de prioridades de las escuelas. Por un lado, mejorando el conocimiento específico por parte de los docentes. Podemos saber en profundidad todo lo que se supone que tenemos que enseñar, así que tenemos la obligación de pensar cómo desarrollar el currículum, por ejemplo mediante sociedades de profesores de matemáticas, lengua, historia o cualquier otra. Por otro lado, mejorando la selección de lo que los alumnos tienen que aprender.
Michael Young defiende el derecho de todos los niños y niñas a lo que él denomina "conocimiento poderoso". No es el conocimiento de los poderosos, sino el conocimiento heredado de comunidades de especialistas y siglos de aprendizaje. El conocimiento necesario para conocer y dar sentido y mejorar el mundo. El necesario para interpretarlo y no ser manipulado. Puede cambiar, pero más lentamente de lo que la gente cree (como leímos en Day Christodoulou aquí). Es independiente del contexto. Puede aupar a los niños y jóvenes por encima de su propia vivencia, sin subestimar esa vivencia. Es el trabajo del sistema educativo dar acceso a todos a este conocimiento poderoso.
Este ejemplo del restaurante es una manera de enfocar cómo vemos el conocimiento específico de cada materia. Para la autora, es justo decir que muchos factores han desviado el foco del desarrollo del conocimiento específico de los docentes, Un énfasis excesivo en los aspectos genéricos, como la calificación y el feedback, por ejemplo, asumiendo a veces que los docentes tienen un extenso conocimiento específico. Es llamativo este problema en la etapa primaria, donde hay compañeros que, por estar habilitados en inglés, imparten asignaturas como Natural Science sin haber recibido una formación específica para ello.
Aparte de ello, Mary Myatt también piensa que hay un contorsionismo ideológico que trata de encajar habilidades genéricas en las diversas áreas. Es un error pensar que progresar significa lo mismo en todas ellas. Muchos en nuestro ámbito han sido seducidos por técnicas efímeras pero vistosas que no tienen sustancia, un enfoque erróneo en solamente si los alumnos están enganchados a la actividad. Lo que sigue a esta manera de hacer es que muchos conocimientos se han sustituido para producir momentos "wow" y actividades superficiales que valoran la sorpresa por encima de la sustancia, la forma sobre el contenido y el consumismo de experiencias sobre el aprendizaje profundo.
En el otro extremos están aquellos que reducen el conocimiento específico a una visión instrumentalista solo para hacer exámenes y obtener calificaciones en test estandarizados. Esto es igualmente negativa, porque aprender debe ser una fuente de felicidad que se justifica a sí misma.
Concluyendo estas ideas: es fundamental que desarrollar el conocimiento específico de cada materia ascienda en el orden de prioridades de las escuelas. Por un lado, mejorando el conocimiento específico por parte de los docentes. Podemos saber en profundidad todo lo que se supone que tenemos que enseñar, así que tenemos la obligación de pensar cómo desarrollar el currículum, por ejemplo mediante sociedades de profesores de matemáticas, lengua, historia o cualquier otra. Por otro lado, mejorando la selección de lo que los alumnos tienen que aprender.
Michael Young defiende el derecho de todos los niños y niñas a lo que él denomina "conocimiento poderoso". No es el conocimiento de los poderosos, sino el conocimiento heredado de comunidades de especialistas y siglos de aprendizaje. El conocimiento necesario para conocer y dar sentido y mejorar el mundo. El necesario para interpretarlo y no ser manipulado. Puede cambiar, pero más lentamente de lo que la gente cree (como leímos en Day Christodoulou aquí). Es independiente del contexto. Puede aupar a los niños y jóvenes por encima de su propia vivencia, sin subestimar esa vivencia. Es el trabajo del sistema educativo dar acceso a todos a este conocimiento poderoso.
Decálogo del conocimiento (tomado de Carolyn Roberts, artículo y vídeo en inglés pinchando aquí)
Os pido que lo leáis con pausa, pensando bien las implicaciones de este decálogo. Al terminar, me podéis imaginar puesto en pie, con una lágrima cayendo por la mejilla y aplaudiendo desenfrenadamente.
- El conocimiento tiene valor en sí mismo. Nunca hay que pedir perdón por necesitar aprender cosas.
- Las escuelas transmiten y comparten conocimientos poderosos en nombre de la sociedad. Enseñamos lo necesario para dar sentido y mejorar el mundo.
- El conocimiento poderosos es compartido y verificado a través de comunidades de aprendizaje, por eso tenemos que estar en contacto con universidades y asociaciones de investigación.
- Los alumnos necesitan conocimiento para comprender e interpretar el mundo. Sin él seguirán dependiendo de los que sí lo tienen.
- El conocimiento poderoso es cognitivamente superior al que se necesita en el día a día. Transciende y libera a los alumnos de su vivencia diaria.
- Nuestros alumnos y alumnas necesitan ese conocimiento poderoso para crecer como ciudadanos y llegar a ser adultos que comprenden y cooperan para transformar el mundo.
- El conocimiento compartido es un cimiento de las democracias justas y sostenibles. Los ciudadanos que se educan juntos comprenden qué significa el bien común.
- Es justo y necesario que todos los niños y niñas tengan acceso a este conocimiento. Abre puerta: debe ser accesible a todos.
- Para la transmisión compartida del conocimiento se requiere de la autoridad aceptada del adulto, que es a su vez dada y puesta en valor por la propia sociedad.
- La pedagogía vincula esta autoridad del adulto, el conocimiento poderoso y su transmisión. Necesitamos profesionales de calidad para conseguir todo esto para nuestros alumnos.
El conocimiento y los alumnos
Os planteo otra pregunta: ¿Saben, realmente saben nuestros alumnos, en sus propias palabras, las ideas clave de cualquier tema en biología, geografía o cualquier otra? ¿Son capaces de producir algo provechoso como resultado de adquirir estas ideas? En otras palabras, ¿están creando algo con aquello que aprenden o son consumidores de fichas y actividades?
Como la respuesta a estas preguntas no es clara, hay dos cosas que necesitan revisión: la primera es que se ha puesto mucho énfasis a la adquisición de habilidades. Las habilidades son importantísimas, pero no son aspectos aislados del currículum. Por ilustrar esta idea con un ejemplo: algunas veces los propios textos son vistos como menos importantes que la habilidad de "inferir ideas de un texto". Pero es el texto el lugar de la inferencia, el que provee las pistas. Comprender bien qué quiere comunicar y sus implicaciones profundas. Solo desde ahí se pueden desarrollar habilidades, en relación a los textos que proponemos a los alumnos. Tampoco podemos afirmar que, porque un alumno puede inferir de un fragmento de prosa, será igualmente capaz de hacerlo de otro tipo de texto. Y esto es porque las habilidades están unidas a la temática propia de ese texto.
Como bien expone Daniel Willingham, inferir ideas de un texto no es una habilidad transferible entre materias. Puedo comprender bien un fragmento de una novela, pero no ser capaz de hacer lo mismo con una noticia de salud. Esta es la razón por la que los alumnos tiene que leer (y ser leídos) muchísimo, para que puedan practicar estas habilidades fundamentales en diferentes tipos de materias. ED Hirsch difiende lo mismo en su libro "Cultural Literacy" de 1987. Lo que separa a los buenos lectores de los males, una vez que superamos la parte fonética, es su conocimiento basal.
Por eso las habilidades no son entes aislados: dependen del contexto y del contenido. Saber cosas nos ayuda a saber más cosas. Saber cosas nos ayuda a conectar con el conocimiento previo y hacer nuevas conexiones. Por eso es un derecho de todos conocer un vocabulario específico de cada materia, cómo encajan en lo que aprenden y poder utilizarlo con confianza.
A todos los alumnos les gusta sentir que lo consiguen, y el mejor favor que les hacemos es introducirles al conocimiento de cada materia en particular. Sabemos que hay una diferencia significativa entre los alumnos de entornos socioeconómicos diferentes. Lo que podemos hacer es lo que sucede desde el minuto en el que entran en nuestros centros educativos. Saber cosas marca la diferencia.
Insisto, el libro es magnífico. Ojalá a vosotros también os esté aportando. Nos vemos en la siguiente entrada.