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Get it on Apple Books

Motivación, atención y aprendizaje. MARGE Parte I

El libro: MARGE.

Os presentamos en esta entrada un pequeño libro que podéis encontrar por menos de 4 euros en la librería online más famosa del mundo. Llegamos a él a través de una recomendación en el blog de @teacherhead, Tom Sherrington, del que ya hemos hablado aquí. Como para nosotros es una referencia y nunca hemos tratado el aspecto fisiológico de la memoria, nos hemos decidido a dedicar dos entradas con sus ideas principales.

Se trata de un pequeño ensayo que nos presenta de forma breve y muy aplicada lo que sabemos del cerebro y las implicaciones para el aprendizaje. El autor es Arthur Shinamura, Profesor de la Universidad de Berkeley y cofundador de la Sociedad de Neurociencia Cognitiva. Su carrera se ha dedicado a estudiar la memoria humana, primero en pacientes con amnesia y después (cuando la tecnología fue disponible) con imágenes de resonancia magnética. Esto le permitió ver al cerebro en acción, y comprender mejor cómo aprende el cerebro y la relación de este conocimiento con el aprendizaje. Según el autor, dicho aprendizaje es algo que concierne al cerebro entero: te mantendrá activo, y es mejor y más divertido cuando se comparte con otros.

¿Un buen libro por menos de 4 euros? A ver qué os parece.

La idea

Con la aparición de los teléfonos inteligentes, Netflix y las compras por internet cada vez es más sencillo vivir en una pereza confortable. Sin embargo, en el cerebro se cumple la máxima: úsalo o piérdelo. MARGE es un acrónimo para las propuestas del autor: MOTIVAR, ATENDER, RELACIONAR, GENERAR y EVALUAR (que además es válido en inglés y en castellano). La segunda parte (R-G-E) la puedes leer aquí.

¿Qué es el aprendizaje?

Una buena respuesta diría que hay muchas interpretaciones y confusiones sobre este término. En general, aprender es la habilidad para adquirir información a partir de una experiencia sensorial. Puede ocurrir en una variedad de formas: aprendizaje perceptual (cuando un radiólogo aprende a leer una radiografía), aprendizaje conceptual (cuando un historiador relaciona nuevos hechos con el conocimiento existente) y el aprendizaje de habilidades (cuando un músico aprende una pieza musical).

Desde el punto de vista psicológico, el aprendizaje puede ocurrir de dos maneras. La primera es de abajo a arriba (abajo las sensaciones y arriba el conocimiento): la memorización sin dar sentido. Leer algo y tratar de memorizarlo, por ejemplo. Esta forma es altamente ineficiente. El aprendizaje eficiente es de arriba a abajo. Ocurre cuando usamos activamente el conocimiento ya existente en nuestra memoria para seleccionar la información que procesamos. En cualquier momento estamos bombardeados de una multitud de sensaciones y debemos atender a la información relevante. Por ejemplo, ahora mismo no estás atendiendo al tacto de los pantalones en tus piernas o al sonido ambiente que te rodea, aunque esa información sí es percibida. Espero y confío en que estés atendiendo a lo que estás leyendo, seleccionando una información sobre otra.

El aprendizaje genera así una vastísima red de conocimiento vinculando nueva información con la ya existente. Esta relación es crítica para aprender eficientemente. Estas estructuras de relaciones se denominan en psicología esquemas. Para aprender, debemos categorizar y organizar la información nueva para determinar cómo encaja en los esquemas existentes. Así, los vínculos que creamos entre la nueva información y la ya existente es tan importante como la nueva información en sí misma.

En efecto, el aprendizaje consiste en atender a los hechos relevantes y relacionarlos con la base de conocimiento existente. Pero el juego no acaba aquí. El efecto de generación es una de las maneras más eficientes de aumentar la retención a largo plazo. Generamos cuando le contamos a alguien lo que hemos aprendido, o cuando lo recuperamos para escribirlo. Los descubrimientos nos permiten afirmar que los circuitos neuronales se activan cuando practicamos la recuperación de contenido (la famosa Retrieval Practice).

En todas las fases de este aprendizaje es importante evaluar el propio aprendizaje. Saber lo que sabemos es un proceso que llamamos metacognición. Por ejemplo, preguntarnos si entendemos lo que hemos leído o decidir si necesitamos leerlo de nuevo.

M: Motivar

Evolutivamente hablando, somos máquinas de aprender: hechos para percibir nuestro entorno, registrar nuevas experiencias y adaptarse en consecuencia. En la historia reciente hemos utilizado ese mecanismo de supervivencia para disfrutar de la conversación o las películas. Desafortunadamente, estos placeres modernos son cada vez más pasivos y nos impiden conectar activamente con nuevas experiencias de aprendizaje. La motivación de nosotros mismos y de otros es el primer principio de MARGE y el más difícil de implementar.

El circuito de recompensa

Décadas de investigación neurocientífica nos han descubierto que lo que conocemos como experiencias placenteras tienen que ver con el circuito de recompensa. Implica al área tegmental ventral, el nucleus accumbens, substantia nigra y el striatum. Este circuito estimula la liberación de dopamina, cuya función tiene que ver con los sentimientos positivos. Además, este circuito está relacionado con la corteza prefrontal y el hipocampo, dos áreas implicadas en la memoria.

¿Cómo podemos utilizar el circuito de recompensa al servicio del aprendizaje? Numerosos estudios han demostrado la relación de la curiosidad con este circuito. Tenéis uno reciente el de Wang et al., 2016 que tenéis aquí. En dicho estudio, se pidió a los sujetos clasificar su nivel de curiosidad en diferentes preguntas de trivial. Luego, mientras se tomaban imágenes del cerebro, aparecían esas mismas preguntas del trivial y, tras unos segundos, su respuesta. La actividad cerebral era mayor en el circuito de recompensa en las preguntas que generaban mayor curiosidad. Lo interesante es que esa actividad era mayor cuando se veía la pregunta que cuando se veía la respuesta. Es decir, que el deseo de aprender más que la respuesta en sí misma era lo que activaba el circuito de recompensa.

Otra implicación de estos hallazgos es que las actividades que afectan a los circuitos de recompensa, como los videojuegos o las apuestas, generan un efecto decisivo en el aprendizaje. Al acostumbrar al cerebro a dosis altas y recurrentes de dopamina le enseñamos a necesitar estas dosis para activar el circuito de recompensa, y por tanto a ser más pasivo frente al aprendizaje. La falta de motivación de algunos alumnos (porque habrá de todo) se explica así también por la adicción a los chutes de dopamina de sus aficiones y no solo por lo que sucede en la escuela.

Todos sabemos que una buena anécdota personal, una demostración o ejemplo de lo que se está aprendiendo es una forma de motivar a los alumnos. Otro modo de motivarles es con preguntas que se dirijan a la perspectiva general. Por ejemplo: ¿Qué es el circuito de recompensa? ¿Cómo motivamos a los alumnos en el aula? Empezar por estas cuestiones puede encender una chispa de motivación en nuestros alumnos y alumnas.

Más recomendaciones

Sin un esquema, el aprendizaje es ineficiente y se reduce a una dispersión de hechos y conceptos sin estructura. Los buenos docentes ayudan a la construcción de estos esquemas intentando vincular siempre lo nuevo con lo previo.

El autor defiende el papel importante de contar historias “storytelling” como una forma de conseguir esto. Por su propia naturaleza las historias ofrecen su esquema: tienen un comienzo, un desarrollo y un final. Además, están enmarcadas sobre una serie de preguntas (¿Qué pasará después?). Capturan nuestras atención guiando nuestros pensamientos y despertando nuestra curiosidad sobre lo que vendrá después.

Finalmente, también recomienda el uso de “preguntas estéticas”: ¿Os gusta o no? ¿Por qué? Cuando respondemos a estas preguntas y enumeramos las razones por las que nos gusta o no, juntamos las emociones con la experiencia del aprendizaje. ¿Cuál es tu personaje favorito? Son preguntas abiertas sin una respuesta correcta fija, que implica a los circuitos neuronales descritos anteriormente y nos obligan a atender y organizar nuestro conocimiento.

A: Atender

Uno de los mayores problemas con los que lidia nuestro cerebro es la sobrecarga de información, porque impide el aprendizaje. Por eso la atención a pensamientos específicos y entradas sensoriales concretas juega un papel clave. Es la corteza prefrontal (CPF) lo que permite controlar la actividad mental (Miller y Cohen, 2001). Es como un director de orquesta cuyos músicos están localizados en la corteza sensorial, y va modulando la actividad incrementándola en algunas áreas e inhibiéndola en otras. Por ejemplo, la corteza occipital, localizada en la parte de atrás del cráneo, es donde las señales visuales se procesan. Desde aquí, la información visual se procesa a lo largo de dos caminos: uno dorsal dedicado al procesamiento visual (dónde); y uno ventral dedicado al procesamiento de objetos (el qué). En cada momento de este procesamiento, hay fibras que envían señales en ambos sentidos, como un feedback que permita a la CPF modular la actividad en las regiones posteriores de la corteza. Este mecanismo es lo que denominamos control ejecutivo. EN resumen, la CPF trabaja en seleccionar, mantener y guiar la actividad en estas regiones.

La antítesis de esta actividad que selecciona los estímulos y focalization la atención es la divagación de la mente o, como dirían mis alumnos, el empanamiento (para que nos entendamos). Algunos estudios como el que encontraréis pinchando aquí muestran que sólo el 40-50% de los alumnos atienden de manera continuada una sesión de una hora. Hay un momento crítico para este proceso, que es el periodo de asentamiento: los primeros 4-5 minutos. Enganchar en este momento es crucial (artículo al respecto aquí) Para ello, recordamos lo ya dicho: utilizar anécdotas personales, introducir ejemplos de la vida real o preguntas estéticas es de gran ayuda.

Chunking

No lo traduzco porque me gusta como suena, me parece pegadizo. Se trata de una manera importante de mejorar la atención y que consiste en agrupar la nueva información en unidades menores pero con sentido. Por ejemplo, trata de recordar esta serie de letras:
                                                TVV HSJF KNB ALP
Y ahora trata de recordar esta misma serie organizada de la siguiente manera:
                                                TV VHS JFK NBA LP
¿Cuál te ha resultado más fácil?

Aunque ambas series de letras son idénticas, es mucho más sencillo recordar el segundo ejemplo porque las letras se han agrupado en unidades con sentido. El aprendizaje eficiente consiste en hacer que la información tenga sentido para nosotros. Por eso, para mantener la atención es esencial preguntarse a uno mismo: ¿cómo encaja esto en lo que ya sabía? Cuando lees un capítulo de un libro o asistes a una clase, considera que la información que te presentan es un camino que recorres hacia un nuevo conocimiento. Sé consciente de cómo los datos que te encuentras en ese camino estás unidos y en conjunto forman un nuevo esquema. La atención requiere esfuerzo, es un proceso consciente que necesita entrenamiento. Esto que os presentamos solo funciona cuando se practica.

Cerramos esta entrada aquí, y os esperamos en la segunda parte de este pequeño libro, que corresponde a RGE: relacionar, generar y evaluar. Os esperamos.

                                                                           Entrada siguiente: Relacionar, Generar y Evaluar>>


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